domingo, 18 de diciembre de 2011

Fantasilandia, un buen lugar para vivir...

Vivir encerrada no es facil. Cuando la prision esta dentro de tu mente es mucho peor, no podés escapar nunca de ahi. Los dias pasan lentamente como en una especie de Matrix en donde estas conectado a algo sin lo cual no podés vivir.
Asi pasaban mis dias ahi adentro. Vivia esperando algo que no estaba segura que ocurriera. Esperaba estar mejor, ver a Max y que todo se acomodara de nuevo. Trataba de no enloquecerme pero me parecía más a Jack Nicholson en Atrapado sin salida que a una nueva y mejorada versión de mi.
Esperé a Max como una señal de que la salvación estaba cerca pero no llegaba. Miraba la puerta de mi habitación como un zombie, buscando que llegara y no llegaba. La decepción del engaño me inundaba, sentía que él había armado un gran personaje para sacarse a su amada loca de encima. Me sentía atrapada entre mi mente y cuatro paredes que me recordaban lo desequilibrada que estaba.
No tenía muchas visitas, mi hermana y mi amiga mas que nada y mis padres muy de vez en cuando. No quería verlos, sentía que los había decepcionado pero también ellos a mi. Sentía que quienes debían haberme cuidado no lo habían hecho y mi tendencia auto destructiva al fin había logrado ganarme.
Tres semanas después las cosas empezaron a mejorar, una nueva terapeuta apareció en el Instituto. No era como ninguna de las anteriores. No tenía ese discursito de "todo va a estar bien" sino que hablaba de otras cosas de que el cambio quizás a veces no es "volverte normal" sino aceptar lo que uno decide es lo que uno es y que no se pueden cambiar algunas cosas, solo se puede tratar de mejorar lo que ya está y capaz que si tenemos suerte tendremos nuestro final feliz.
Yo no quería imaginarme la idea de que iba a tener un final feliz porque estaba demasiado acostumbrada a decepcionarme y "es mejor la sorpresa que la decepción".
Había pasado un tiempo y todavía no existía una fecha definida para que me dejaran salir. Se suponía que iban a ser dos semanas pero mi estancia era cada vez mas larga. Cada día que pasaba pensaba que me estaba volviendo mas loca porque nunca escuchaba que me dijeran que me iban a dejar ir. Sería que mis viejos tenían razón y la internación no me estaba haciendo bien, será que esto iba a terminar bien?. Debería dejar de pensar tanto.
También pensaba en Max y en su abandono, su desaparición de mi vida. Donde estaría? Porque no viene a verme?.
En una de las visitas de mi hermana le pregunté si sabía algo de él. Por lo menos que me dijera o averiguara si estaba bien. Me miró y me dijo "Esta en Europa. Hace dos meses que se fue." Yo solo atiné a preguntarle si alguna vez había preguntado por mí. "No se" me dijo "yo le escribo siempre que puedo contándole de vos pero no tuve respuesta".
Lo que suponía en ese momento se convirtió en realidad. Desapareció. Me mintió diciéndome que todo estaba bien y me abandonó en este lugar. Y ahora que voy a hacer? Como voy a sobrevivir sin él?.
"Vas a empezar de nuevo y listo" me dijo la terapeuta "Nadie se muere de amor". Tenía que empezar de nuevo, hacerme mas fuerte y aprender de mis errores.
A partir de ese momento, de esa revelación fundamental, las cosas empezaron a cambiar. Y a casi cinco meses de la gran crisis, me dieron de alta.
Un nuevo mundo me esperaba. Saludé a la gente que había estado conmigo durante todo este tiempo, junté mis cosas y crucé la puerta de entrada buscando llevarme el mundo por delante. A medida que caminaba divisé una figura esperándome junto a mi hermana, una sensación extraña cruzó por mi mente y un escalofrío recorrió mi columna como una señal de miedo. Era él. Max estaba ahí sonriendo como la primera vez que nos vimos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

La vida en Fantasilandia 1

Las cosas cambiaron después de la gran pelea gran. El corte en mi brazo fue una llamada de atención para Max, sabía que yo necesitaba ayuda, que no me podía dejar sola, porque no era yo. Nunca llamó a mi familia, nunca me volví a Quilmes, solo me senté en nuestra cama mientras el me traía un vaso de Pepsi, vendas y alcohol en gel para curar la herida. Se sentó a mi lado y me habló como nunca antes lo había hecho, me contó la historia que ya sabía de su mamá, la de la locura. Me tranquilizó saber que no estaba sola, que lo que me estaba pasando no era raro, que había gente a la que le había pasado lo mismo. Necesitaba escuchar que iba a estar bien, que tenia que pedir ayuda rápido para que volviera a ser la persona de la que él se enamoró. "Yo te amo y vas a estar bien". 
El día siguiente fue raro, no podía ir a trabajar porque nadie podía ver lo de mi brazo. La mejor solución que se nos ocurrió fue fingir, como habíamos hecho muchas veces antes, que tenia una infección urinaria. Tenía que ganar tiempo hasta que descifrara que tenía que hacer. El llamó a su trabajo y avisó que no iba a ir, inventando una enfermedad estomacal inexistente. Revisó mi brazo para ver si cicatrizó bien y me dijo que teníamos que ir a dar una vuelta porque tanto encierro hace mal. 
Dimos un par de vueltas por Belgrano como hacíamos siempre, la heladería, Dragón Porteño, puchos y Pepsi del kiosco. "Tenemos que hablar con alguien de lo que pasó" me dijo, y a mi se me puso la piel de gallina. Yo no quería hablar con nadie, no encontraba la forma de expresar que era lo que pasaba por mi cabeza, simplemente porque yo no lo podía entender. Caminamos un rato hacia ninguna parte en realidad. Y llegamos a donde teníamos que ir, al consultorio de la psiquiatra de su mamá. "Ella necesita ayuda".
La mujer me miró de arriba abajo y me dijo "Sentate y contame que pasó". Yo balbucee algo sobre que no me sentía yo y que me quería morir porque me sentía sola rodeada de gente. "Necesito ayuda, no puedo con mi cabeza, es como que no lo puedo controlar". No me acuerdo otras cosas que dije, ni cuanto tiempo estuve ahí, solo recuerdo que me sentí libre al hablar, me saqué millones de cosas de adentro pero si trato ahora de ver que cosas eran, no lo sé. Solo sé que me sentí libre al fin. Le conté todas mis miserias y mis traumas a alguien que no me conocía, que no me juzgaba y que no le importaba.
Salimos de ahí sin rumbo, sin saber que hacer, caminando hacia ningún lado y sin hablar entre nosotros. A mitad de camino le dije "Me van a internar un tiempo, no?" sabiendo desde un principio la respuesta. "Si, pero es por tu bien, es por nuestro futuro mi amor". 
Llamé a mi casa avisando que necesitaba hablar con ellos personalmente. Juntar a mis viejos en un lugar para contarles lo que pasó era un paso necesario para estar bien. Mi vieja estaba volviendo de la costa y mi viejo laburando como siempre, tenia que esperar para contarles. Llegaron a la noche, pasadas las 8. Max y yo estábamos sentados en el living, hablando. Mi mamá entró y se sentó en el sillón mientras que mi viejo se sentó en una silla de la mesa. Yo no podía hablar, quería que las palabras salieran lo mas rápido de mi boca para liberarme. Max me miró y al ver que nada salía de mi boca dijo "Ella no esta bien, tuvo una crisis y la psiquiatra y yo pensamos que lo mejor es que se interne por un par de días". La reacción familiar no se hizo esperar, que quien era él para meterse, que esto no podía pasar de nuevo, que es tu culpa porque no la quisiste internar antes. El mismo infierno una y otra vez. Alguien tenía que tomar el control de la situación. Nunca pensé que iba a ser yo. "Yo me quiero internar y necesito que alguno de los dos firme por mí. Necesito estar bien, quien quiere verme bien y quien quiere verme loca?". Lo administrativo se arregló tan fácil que parecía que el sistema esta armado para que te internen un tiempo como si fuera un spa. Lo laboral no fue tan fácil, si bien una licencia por enfermedad esta totalmente permitido, los rumores que hubieran seguido a eso no me ayudaban para nada. Renuncié y me liberé de una de las cosas que me hacían sentir fuera de mi. 
Dejé que Max decidiera muchas cosas, él tenía mas experiencia al respecto. Mis viejos y yo no sabíamos que era lo que teníamos que saber en cuanto a internaciones, drogas, terapias y demás. Tres días después del incidente entraba de la mano de Max al lugar que seria mi casa por las próxima semanas. Tenia tanto miedo, no sabía que era lo que iba a pasar. Me iba a quedar sola por primera vez en mucho tiempo. La sensación de soledad ahora era una realidad. Sola. Nadie me conoce, nadie sabe quien soy. 
Me dieron una habitación en la que estaba sola. Sentí la ironía a flor de piel, alguien que se corta el brazo porque se siente sola y tiene una habitación solo para ella. Acomodé mis cosas en el mueble, no había tele, ni libros, nada que distraiga a la mente de que estas ahí porque estas mal. El tiempo parecía no pasar, como si estuviera presa de mi mente. Me saqué la venda del brazo y me quedé mirando la cicatriz. Esto lo hice yo y no se porque. Trataba de alcanzar ese estado de mi mente que ya había visto en el consultorio de la psiquiatra, en donde ese lado oscuro al fin aparecía y me mostraba lo que necesitaba ver. Estaba como en un trance cuando una voz me despertó "Es hora de comer, vamos". 
Los días pasaban lentamente la primer semana. Terapia individual por la mañana y grupal por la tarde. Comida tres veces por día y television solo un rato. A la prisión mental le sumé la del cuerpo. Sentía que todo lo que hacia me estaba haciendo peor, necesitaba una luz entre tanta oscuridad. Y la luz llegó en el momento que menos lo esperaba. Mi hermana vino de visita. 

sábado, 3 de diciembre de 2011

30 dias

Pasó un tiempo ya, pero seguís estando acá. Te sigo sintiendo al lado mio como el primer día. Te sigo imaginando abrazándome, diciéndome que todo esta bien y que me vuelva a dormir, que es solo un sueño. 
El problema está en el despertar, porque no es un sueño. Porque despierto y no estás. Mi imaginación me juega una mala pasada haciéndome creer que seguís estando en mi vida como antes, que voy a volver a verte sonreírme. 
Bajar las escaleras corriendo y frenar dos escalones antes, revisar la ropa, el peinado y la sonrisa para que me veas llegar. Mirarte mientras nos separa una puerta y pensar en un mundo rosa y lindo. 
Y bajar corriendo y no estás. Y el mundo rosa desaparece y se vuelve gris. La realidad golpea duro y me doy cuenta que no estás. Controlo mis impulsos, restrinjo mis instintos y no hago lo que normalmente haría. 
Tu sonrisa ya no ilumina mis días, tus abrazos ya no calman mis nervios y tus besos no me dan buenos sueños. Todo es distinto ahora. Todo es gris, aburrido y monótono. 
La tristeza y la angustia de los primeros días desaparece, pero queda un vacio que no se llena con nada. Se quiebran todos los argumentos, se desvanecen las razones y solo quedo yo. 
Y yo te extraño, te necesito, te quiero.